Jamiroquai ha pasado sus 18 años de carrera ocupando un lugar confuso en la música británica, un lugar entre lo 'cool' y lo 'grasa'. Ha ayudado que Jay Kay (porque Jamiroquai, seamos sinceros, es él, más allá de un elenco de colaboradores) se haya convertido en uno de esos artistas cuya música parece de alguna manera a prueba de modas, porque nunca ha estado en o fuera de ella.
Desde su aparición en el terreno 'mainstream' con su álbum debut "Emergency on Planet Earth", en 1993, el sonido disco-jazz-funk de la banda ha cambiado muy poco, y aunque Kay haya sido ridículamente llamado "el rey del funk" por algunos periódicos y haya aparecido con regularidad en los suplementos dominicales, su música siempre ha sido descaradamente exitosa. Es fácil burlarse del gusto de un hombre por los autos veloces y las mujeres rápidas, y sonreír cínicamente cuando aparece en los tabloides con otro escándalo, pero si aún sigue en actividad no es sólo a causa de su afición por los sombreros tontos o los videos memorables, sino debido a su capacidad innegable para escribir grandes canciones.
Estos 12 temas son otra prueba de su talento. El falsete disco de "White Knuckle Ride" podría fácilmente haber sido grabado en 1980, y "Smoke and Mirrors" presenta un saxofón que podría haber aparecido en una canción de M People o un instrumental de la Average White Band. Mientras la letra de esta última se refiere a alguien que "quiere tu amor esta noche", Kay camina por la delgada línea entre lo clásico y el cliché, y no parece demasiado preocupado de hacia qué lado se desvía. Sin embargo, si el oyente puede dejar sus prejuicios en la puerta hay mucho que disfrutar, y pasar un buen momento bajo la bola espejada más cercana.
De hecho, es cuando se aleja del terreno conocido que se tambalea. "Blue Skies" tiene un estilo a The Lighthouse Family, pero suena débil y pegajosa. Afortunadamente hay un puñado de buenas canciones en este álbum, entre ellas "Hey Floyd" y "Never Gonna Be Another". Estas tienen ese aire vintage que te hace jurar que las escuchaste antes, pero no sabés dónde. Entonces, dejá de preguntarte si está bien que te guste esta música, porque es un placer culpable... pero sin la culpa.
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